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La Muchacha, Episodio 6, Temporada 2

Entre la melodía y la letra, primero la lucha. A La Muchacha Isabel la anidan voces encendidas por la búsqueda del buen vivir. Desde el calor de la juntanza, ofrenda el cuidado en forma de cantos de resistencia a la invisibilidad, las opresiones y las violencias.

Aviva junto a su bandada el espíritu de canciones que encuentran cuerpo en las gargantas de pájaras montunas.

Créditos

PRODUCCIÓN
A Todo Pulmón
 
DIRECCIÓN
Juan David Rangel Gil
 
ASESORÍA DE GÉNERO
Susan Lorena Sarmiento Alayón
 
INVESTIGACIÓN, GUIÓN, PRODUCCIÓN SONORA Y MONTAJE 
Gilmer Leandro Barrios Sánchez
 
EDICIÓN Y VERIFICACIÓN DE DATOS 
Juan David Rangel Gil
 
MÚSICA
Stefanny Quintero Arévalo, Brayan Andrés Ramírez Palomino, Laura Isabel Ramírez Ocampo​, Santiago Navas, El Propio Junte y Majagua Ensamble
 
MEZCLA Y MASTERIZACIÓN
Brayan Andrés Ramírez Palomino
 
ILUSTRACIÓN
Féminas Ilustradas
 
REFLEXIONES FINALES
Adaptación de “Redes de Cuidado: Revoluciones Invisibles para una Vida Vivible”, de la Colectiva Etinerancias de Brasil

Transcripción

[Laura Isabel Ramírez Ocampo]: Cuando una hacía la choza de sábanas, y cobijas y cojines en la sala. Trataba de hacerse una casita dentro de la casa donde como que todo era posible.

[Juan David Rangel Gil]: Esto es Un Canto al Paso. Segunda temporada: Historias sonoras de música del cuidado. Soy Juan David Rangel Gil. En el episodio de hoy conoceremos a Laura Isabel Ramírez Ocampo,​ mejor conocida como La Muchacha.

[Fragmento musical, canción “Un Canto al Paso”]: Llevamos un canto al paso. Esa es nuestra bandera. 

[Juan David]: En su niñez, ella recuerda cariñosamente cuando jugaba con su hermano a la choza.

[Isabel]: Y por ejemplo, que mis padres siempre lo permitieran. Que mi mamá nos ayudara a armar la chocita, que nos llevara la comida a la chocita, por solo seguirnos el juego. Es muy bello porque siento que en casa se cuido mucho eso: la imaginación, la curiosidad, y nunca hubo presión de que eso cambiara rápidamente. Yo pude jugar con muñecas hasta los trece años. Ya estaba grande.

[Juan David]: El papá y la mamá de Isabel construyeron un hogar donde ella pudiera vivir una infancia feliz. Desde una temprana edad le estimularon habilidades que la han moldeado como artista. Para explorar la creatividad, la inscribieron a cursos de pintura, plastilina y cerámica. No todo niño ni toda niña tiene este privilegio. Como derecho, debería garantizarse el crecimiento en condiciones de bienestar y el contar con personas que te cuiden, te amen y te fomenten el juego. 

[Isabel]: Pues que permiten que te vueles la cabeza, que seas niña, que es lo que te corresponde ser a esa edad. Que sigas siendo una niña. Pero, en esa medida, si he tenido el privilegio de dibujarme ese refugio y ese mundo, y escogerlo. Entonces decidir irme a otra ciudad. Mucho más grande. Mucho más densa. Y en esa ciudad, me encuentro que hay muchas personas sin casa. Bogotá es una ciudad donde siempre ves personas en estado de abandono.

[Juan David]: Los cuidados que recibimos desde la niñez y a lo largo de la vida se convierten en privilegios frente a los de aquellas personas que no cuentan con un círculo o red de cuidado. 

[Juan David]: Para Isabel es revelador reflexionar sobre las opresiones, las fuerzas de dominación y los prejuicios que operan en la sociedad, sobre todo cuando el acceso a necesidades básicas como un techo y una vivienda adecuada no es universal. El privilegio tiene tantas capas como una cebolla. Pero reconocerlos puede ayudarnos a ser personas más empáticas y más responsables socialmente. 

[Isabel]: Mis privilegios no abarcan tener demasiado, o mucho, o muy grande, o muy ostentoso. No. Eran privilegios de que no me faltara lo básico, de estar en un lugar seguro que era mi familia, que es mi familia.

[Fragmento musical, canción “Pueblito”]: Gentecitas viejas van andando por las calles.

[Juan David]: Cuando Isabel vivía en Manizales, ella veía gente que cargaba costales muy grandes, que les doblaban o triplicaban su tamaño. Les veía como si fueran conchas de caracol.

[Fragmento musical, canción “Pueblito”]: Con olor a pan, con casas gigantes.

[Isabel]: Ojalá esa concha y esa casa y ese refugio fuera tan portable. No estuviera tan ausente. No tuviera que ser un rincón de un edificio o debajo de un puente donde incluso el mismo Gobierno se encarga de poner piedras filosas para que no estés.

Justo en la ciudad ves como explota toda esa desigualdad. Que loco que tú tengas y la otra persona no. Que nunca haya tenido esa posiblidad o que la tuviera y se le desarmó por X o Y circunstancia.

Como que me acuerdo mucho de un seño que se llamaba Jhon Alexander y dormía en la puerta del edificio ahí en la Candelaria. Y lo mataron, justo afuera de la puerta del edificio de la casa.

[Fragmento musical, canción “El Ofendío”]: ¡Ay! ¿Sabe que? Vengo ofendío. Me mataron al parcero con la bala de un fusil. Y ¡ay! ¿Sabe que me ofende más? Que sean dos los que he tenido que enterrar.

[Isabel]: Fue un tajo muy grande al corazón. A pesar de que no fuéramos amigos era la persona que habitaba el edificio donde yo vivo, la entrada. Entonces siempre que salías y entrabas lo veías. Y siempre te saludaba, sonriendo. Claro, ahí es cuando decís: “Qué bueno que hubiera tenido una concha que no pudieran penetrarle los golpes, ni las balas, ni las navajas, ni nada”. Que eso fue lo que… lo que se lo llevó.

[Fragmento musical, canción “El Ofendío”]: Nos están matando: gritan las paredes. Gritan campesinas, campesinos, indígenas y palenques. Las putas y travestis, las chirretas, las rebeldes.

Mamás, hijas, taitas pa’ que escuchen las pichurrías dirigentes.

[Juan David]: Cada canción que compone es como sembrar una semilla que se convierte en planta.

[Isabel]: Ahí es donde me encargo de que estén lo mejor posible. Que les entre solecito. No saturarlas de agua también, sino como tratar de entender lo que me vayan diciendo las canciones que son esas plantas, que también van mutando a medida que pasa el tiempo y también entendés que tus intereses mutan. Que tus límites emocionales con las situaciones que tratas mutan también. 

[Juan David]: Ella es consciente de que si no riega las plantas con frecuencia, estas se pueden marchitar.

[Isabel]: Ahí es donde me encargo de cuidarme a mí misma en el sentido de no acumularme la mierda adentro. Tiene que salir. Eso tiene que germinar. Eso se tiene que vomitar. Y ahí es donde me encargo, en las canciones.

[Juan David]: Aunque las artes deberían estar al alcance de todas las personas, acudir a la música como herramienta para gestionar las emociones también es un privilegio. Ahora bien, decir lo que pensamos puede ser riesgoso si va en contravía del sistema. Entonces qué cantar, cómo cantar, cuándo cantar es una decisión muy personal de las y los artistas. 

Las canciones de Isabel no son unidimensionales por sus temáticas y porque incorporan variados estilos de música como la campesina, la cantinera y el hip hop. Ellas saben a diversidad.

[Isabel]: Pero todo eso está mezclado y se vuelve una cosa… como un sancocho, una sopa, algo que va cambiando de sabor a medida que pasa el tiempo.

[Juan David]: No se afana por encasillarse en ningún género musical. Prefiere declararse agenerada, pero enraizada y consciente de su origen. Acompañada, no de fierros, sino de una guitarra con la que se convierte en parlante de la voces que gritan y narran vivencias latinoamericanas.

[Isabel]: Digo: es canción latinoamericana porque viene de este territorio.

[Juan David]: En este territorio germinan deseos, resistencias, luchas y vivencias que movilizan a Isabel. Esta postura la ha llevado a componer canciones sobre el río que calma; las hierbas que sanan; los tombos que reparten bolillazos; las madres que mecen; las compañeras de buenas revoluciones; las parceras de las flores rastrojeras; el pueblito donde creció; la situación paraca, sucia y berraca; el cuerpo libre; y el cerdo sediento tras las espaldas. Esa conciencia sobre el derecho al buen vivir hace que no quiera dejar a nadie atrás y celebre las vida latinoamericanas como las de personas que ejercen el trabajo sexual, un tema que siente existe con mucho tabú.

[Isabel]: Que tiene gente muy radical en contra de la discusión, de si es legal o no, “simplemente debería haber abolicionismo del trabajo sexual y ya”. Y yo digo: “Jueputa, qué difícil, porque yo conozco mujeres que ejercen su trabajo sexual y mujeres trans también que tienen una posición política con ese trabajo sexual. Siento que el abolicionismo desconoce la idea de que tú te puedas mover libremente en un trabajo de estos donde estás abogando por unas condiciones dignas para poder ejercerlo. Por ejemplo: en donde se sabe que no se quieren menores de edad; donde se sabe que seas tú tu propia jefa o tu propio jefe, que no haya ningún chulo pidiéndote nada; que puedas tener un ingreso generoso con eso, o el justo, o el que sea, para que puedas comer; y que tengas acceso a la salud y puedan atender tus particularidades como persona que ejerce el trabajo sexual.

[Fragmento musical, rap “Estoy cansada”]: Ya puse el pulgar adentro de la palma de la mano y agaché los cuatro dedos a ver si aunque sea el sereno me atiende el llamado, hace tiempo que quiero dejar de ser el diablo pa’ salirme del infierno y caer en un prado ancho donde nadie me monte la perseguida, donde la lluvia que caiga no sea sal en las heridas. Deja de mirarme así, cariño, no pida pelea, que está a la que llama puta se la da y le hace la guerra.

[Isabel]: No es solo una cosa de necesidad. Siento que hay una vaina mucho más profunda que incluso habla de cuidar el sexo de otras personas, de encargarse de gestar el placer en unas personas que de pronto no tienen la posibilidad de hacerlo. Como una persona con diversidad funcional. Y hay personas que ejercen el trabajo sexual que solo se encargan de ese tipo de población y de entender que tienen una vida sexual activa. Y es como “jueputa, esto es maravilloso”. De verdad, si hay otras profundidades mucho más allá del tabú que se tiene y de la realidad, obviamente. Pero si no estuviera en función de este sistema heteropatriarcal capitalista sería otra cosa.

[Fragmento musical, rap “Estoy cansada”]: Tiro las vainas de frente porque así es como me ha tocao’. Tengo carnadura e’ burro pa’ todo lo que he aguanta’o. Me toca mantener el cuchillo afilado. Aquí se duerme con un ojo abierto y el otro cerrado. Estoy cansada, mierda, estoy cansada que haya tanto macho enfermo atacándome la entrepierna. Estoy cansada, mierda, estoy cansada de poner el culo en tierra pa’ enterrar a tantas. Estoy cansada, mierda, estoy cansada que haya tanto macho enfermo atacándome la entrepierna. Estoy cansada. Mierda. Estoy cansada de poner el culo en tierra pa’ enterrar a tantas. De poner el culo en tierra pa’ enterrar a tantas, de poner el culo en tierra pa’ enterrar a tantas.

[Isabel]: El trabajo doméstico también es un tema que deberíamos poner sobre la mesa  porque nos hemos levantado y nos han criado a través de ese trabajo y a veces somos muy negligentes con la idea de abogar por los derechos de las mujeres. Sobre todo mujeres, porque en su mayoría la población de cuidadoras son mujeres, en todos los lugares del mundo. Y pues ya hace falta pararnos un poquito más, por entender que este trabajo no debería ser de roles, debería ser una condición humana del cuidado en general; que las mujeres no solo estamos hechas para cuidar; que los hombres no se tienen que desentender del trabajo del cuidado. No debería haber un rol. Pero lo hay, y hay que cuestionarlo.

[Juan David]: En sus canciones, Isabel amplifica las voces y los clamores de paz, justicia, cuidado e igualdad, haciendo conciencia de lo irrazonable que es tener que ponerle el pecho a la violencia. No copea con la injusticia y a la hora de acompañar la lucha ella no se arruga, no se asusta… no azara.

[Fragmento musical, canción “No Azara”]: A mí no me azara su pistola.

[Isabel]: La idea de ponerse en los zapatos de otras personas o tratar de hablar de sus historias es un acto de responsabilidad.  Y siento que… en la medida en la que te interesa tanto esa situación específica, el interés no puede escalarse a un lugar de apropiación de ese dolor. Porque no es tu dolor. Te interesa ese dolor porque te atraviesa, porque vivimos en este territorio, y porque yo soy parte de él. Y es como… “juepucha, estamos compartiendo todo: la sangre, el territorio, la nacionalidad. Todo”. Es como… demasiado. Entonces para mí es muy difícil que no me afecte, pero eso no puede ser…. no sé, hasta de creer que vas a salvar a la comunidad. Es como muy pretencioso siento yo, porque la realidad es mucho más pesada de lo que creemos y no vas a salvar a nadie, pero vas a acompañar.

[Fragmento musical, canción “No Azara”]: Y a mi que me disparen de frente y que sea en la puerta de mi casa. Porque yo me muero en tierra mía y a mi de esta tierra no me sacan.

[Isabel]: Precisamente por eso, porque se no trata de abanderarse de nada, sino como eso, entender por qué  me atraviesa tanto, por qué quiero ir allá, porque quiero profundizar en esas comunidades y llevarles la canción hasta allá. Decirles “esto es de ustedes, pero no significa que el proceso de ustedes lo haga mío. No. Estoy más bien complementando mi proceso con el de ustedes, que está atravesado por el dolor”.

[Fragmento musical, canción “No Azara”]: Sapoperra está la cosa.

[Isabel]: Y por el inconformismo, y por la injusticia. Pero sí hay que responsabilizarse un montón, no se puede hablar con suposiciones de los dolores o de las historias de otras personas. Siento que es muy peligroso cuando se te vuelve una fórmula como hablar de situaciones en auge y tú agarrar de eso todo el tiempo para hacer canciones. “Ah, claro, es que es súper pertinente”. Y a veces se vuelve una cosa  impostada y provechosa, como… le gusta aprovecharse de los puntos álgidos de la realidad, y tampoco.

[Juan David]: Valerse del dolor del pueblo no puede ser una forma de negocio. Isabel acude a su voz para visibilizar conversaciones y amplificar discusiones sobre la labor de cuidado que tenemos las personas de la sociedad, incluyendo a artistas, para reducir brechas de desigualdad. Porque la música es un servicio. Mientras más artistas se relacionen desde la empatía y cuestionen la instrumentalización del dolor de la industria musical, más se integrarán a las prácticas de cuidado, contrario a las capitalistas, para promover así el bienestar social. 

[Fragmento musical, canción “Mala Rabia”]: El pueblo no quiere amar porque le toca tragarse los dolores enteros, sin sal, porque la rabia se le hizo nudo en el pecho y todavía no  la sabe matar.

[Juan David]: Quizás Isabel también es una caracola que intercambia su refugio por el dolor que sobrecarga a las mujeres, llevándolo a cuestas no como portavoz del feminismo ni mucho menos salvadora. Sino como exploradora, amiga, parcera, caminante. 

[Isabel]: Y sigo viajando cada vez a lugares como más… absurdos. Es que Colombia es un país muy absurdo. Tiene muchas Colombia adentro. Es muy absurdo lo que sucede. Como que siento que me conecto mucho desde esa tristeza de la niña abandonada, frustrada, triste, perdida. Que siento que a veces Colombia es una niña así. Tan golpeada, con las rodillas tan raspadas, y tan regañada todo el tiempo.

[Fragmento musical, canción “Los Ombligos”]: Me duele la vida cuando me pongo oscura y cuando se me pierde la niña, y la encuentro en los matorrales quemada. Me traman los días en los que me miro pa’ dentro y me pregunto por el ombligo que hace rato ando buscando. Yo no lo enterré. Cascaroso se quedó entre los desechos, se perdió, ay, se perdió. Yo no lo enterré. Cascaroso se quedó entre los desechos, se perdió. Ay, se perdió…

[Juan David]: Cabe recordar que la protección de la niña no es solo un asunto de las madres de la patria como tendemos a pensar, sino de los padres, con distribución equitativa de responsabilidades.  

[Isabel]: Entonces es como cuando una se encuentra así,  como una niña perdida, meada en el frío de la noche en cualquier parque por ahí. Así es ese dolor. Que así siento que a veces está este país. 

Es esa cosa de ese dolor también con una misma de sobreexigirse, de darse palo, de autosabotearse, con todo lo que va viviendo. Y es como “hay que relajarse un poquito”. Pero sí, hay que pasar por esa oscuridad

[Juan David]: Al inicio de su carrera como solista, Isabel consideró llamarse artísticamente la Muchacha Pájaro. Si ella pudiera volar, sería pájara de los montes, una pava silvestre de los andes, endémica de Colombia, que haría nidos para resguardar a su bandada ante las vicisitudes del mundo y las adversidades que están incrustadas en el mundo natural donde se es presa y depredadora. Una pájara que adaptaría los refugios a su transformación porque la pájara no sería siempre pichona y en su crecimiento los refugios serían muchos. La pájara montuna se refugiaría en el agua, los árboles, su nido, su casa. Actualmente su refugio más importante es ella misma. Lo construye con pajitas tejidas desde la autodeterminación y la autoconfianza.

[Isabel]: Y siento que eso se relaciona full con el cuidado es precisamente por esa cosa de darse prioridad a una, de esas oscilaciones, de que un día pienses una cosa y luego la otra, y te prestes atención cuando esos cambios sean muy abruptos o si realmente querés cambiar hacia ese lado, o no. Como, empezar a cuidarse una y decir “que querés». Esas cosas que vienen como de entender que me tengo que escuchar mucho, y que tengo que seguir mi intuición. 

Creo que eso hace parte de la dinámica del cuidado principal que yo quiero tener con esa identidad mía en todo sentido. Como “escúchese, créase, cópiese, dese un lugar”. Un lugar principal porque mucha gente cree que eso es solamente un ejercicio súper egoísta y no. Es que “¿quién más va a tomar las decisiones por ti?”, “¿quién más va a encargarse de que lo que tú quieras se haga real?”. “Pues tú, marica, nadie más”. Y siento que uno no puede dejar tampoco que las situaciones pasen por encima de eso, que a veces siento que con la pareja pasa, o con la familia pasa. De repente te empezás a desplazar de tu lugar y te pones en unos lugares que a veces son demasiado maternalistas o demasiado condescendientes o demasiado sumisos. Que bueno… hay que pasar por eso. 

[Fragmento musical, canción “Vengo”]: Vengo soltando la raíz, ay vengo entregando todo lo malo a la tierra pa’ que lo transforme en alimento y pa’ que reconstruya mi cuerpo, pa’ que fluya desde bien adentro.

[Isabel]: Pero está bueno llamarse la atención como “¡Ey mami, despierte! Créase un poquito y dese su lugar, y atienda cuando usted realmente no quiere hacer algo y ponga su límite ahí”.

[Fragmento musical, canción “Vengo”]: Por el suelo. Por el suelo. Por el suelo. Ay, por el cielo sí quiero.

[Juan David]: Identificar sus necesidades incluye reconocer el poder de su voz que si se escucha con detenimiento tiene vestigios de chirridos, ventarrones y chasquidos propios de la manigua. 

[Isabel]: Yo no sé qué va a pasar con mi voz, pero que suene a lo que tenga que sonar. También como decía Violeta: “La voz tiene que sonar desgarrada y dolida, porque soy yo la que ha sufrido ese dolor y ha sufrido 40 años”. Y así tiene que sonar la voz: desgastada, rota, llorosa.

[Juan David]: Una voz que avanza un canto al paso gracias al camino abonado por otras mujeres artistas pioneras y contemporáneas como Violeta Parra, Margot Loyola, Malena D’Alessio, Rebeca Lane, Luanda, Sara Hebe y Andrea Echeverri, que transmiten mensajes políticos, sociales y culturales a través de sus canciones y nos invitan a explorar nuevas formas de relacionamiento desde el cuidado. 

Una voz enfrentada a la indolencia y la apatía que se vuelven paisaje dentro de cotidianidades afectadas por violencias que asumimos ajenas cuando aceptamos la premisa de que si son víctimas, no andarían recogiendo café. Así como cuando culpabilizamos a las víctimas de violencia sexual porque no dijeron que no, no protestaron, estaban tonteando, bebieron de más, o lo pedían por su forma de vestir. 

[Isabel]: Pero sí ha sido muy bello poderse preguntar por cuál es mi manera de ver el feminismo, como eso también se refleja en las canciones. Como también puedo y tengo todo el derecho de hablar, de pararme duro y de poner un grito de cansancio, de agotamiento. Como de: “¿Qué es este puto sistema heteropatriarcal en el que vivimos tan denso?” Empezar a sacar todo eso y decir: “Tenés todo el derecho de hacerlo porque eres mujer, porque lo has vivido, porque lo has experimentado, porque lo has entendido, porque lo has estudiado, porque lo colectivizas, porque te lo tragas, porque todo”.

[Fragmento musical, canción “No me toques mal”]: Vamos pa’ arriba: 25N. 

[Juan David]: No es simplemente sororidad. Es doloridad, como acuñó la filósofa y activista brasileña Vilma Piedade, refiriéndose a la necesidad de abordar las problemáticas y los dolores que atraviesan las mujeres desde una mirada interseccional que incluye el género, la raza y la pertenencia étnica, pero también la orientación sexual, la clase social, la ubicación geográfica, la edad, las capacidades físicas y cognitivas y el peso. 

[Fragmento musical, canción “No me toques mal”]: Y deja de pararte en mi tierra. Deja de devorar mi confianza. Deja de pararte en las aceras moviendo las manos pa’ levantar faldas. Porque quiero mis piernas libres, quiero mis tetas libres, quiero que no me quieras siempre para desvestirme. Quiero mi cara libre, quiero mi culo libre, quiero que no me quieras siempre para desvestirme.

[Isabel]: No solo las mujeres biológicas, las mujeres trans, las disidencias de género. Más allá de que sea una cosa como… de inclusión forzada, es como: “marica, existimos así desde hace siglos”. ¿Cuántas de las comunidades ancestrales no tenían cinco géneros? 

[Juan David]: La expresión del género va más allá del binarismo. Muchas culturas, tribus y poblaciones étnicas de todo el mundo han abrazado a más de dos identidades de género con su propia forma de entenderlo. Algunos ejemplos de ello son las muxes en la comunidad indígena zapoteca de México. Las hijras en India. Y la etnia bugi de Indonesia, que reconoce la existencia de cinco géneros distintos que representan las cinco formas diversas de estar, de sentir, de expresarse y de ser.

[Isabel]: Es como “esto no es nuevo, amigues”. “El problema es que a ti no te gusta y quieres pasar por encima de la gente”.

[Fragmento musical, canción “Lacras sin remedio”]: A veces usted pone la cara de borrego pero se le sale la maldad de adentro. Se le daña el camina’o y no le quitan lo baila’o porque la fiesta la tiene de llavero. Se le olvida que a la mano que le ha dado de comer usted de un mordisco le arranco los dedos y pasó por encima de la sangre y las patadas en el culo no sirvieron. Aaah, y pasó por encima de la sangre y las patadas en el culo no sirvieron. Esto no es un cuento de villanos, es la mierda de los humanos que podridos tenemos todos los huesos, el pecho, la lengua y el cerebro. Porque somos unas lacras sin remedio, porque somos unas lacras sin remedio, porque somos unas lacras sin remedio, ay, porque somos unas lacras sin remedio, porque somos unas lacras sin remedio.

[Isabel]: De verdad somos unas gonorreas. Somos gente muy hermosa, muy bella, con la capacidad de la transformación total, pero somos unas porquerías.

[Juan David]: Vivimos en un sistema que precariza las artes, que promueve la competitividad y meritocracia, que crea enemigos internos para justificar guerras, que no nos ha enseñado a interactuar sensatamente con otras personas. No hay preparación para ello.

[Isabel]: Pero se pueden hacer ejercicios cotidianos muy chéveres, que yo siento que lo aplico mucho con la red que tengo de mis amigas, de mis amigos, de las personas con las que trabajo que también son mis amigas, mis hermanas, con mi familia, que cada vez hay espacios más dialogados, más abiertos, más preguntones. Y se vuelve una cosa… que después de ese trabajo profundo que una empieza a hacer, eso se empieza a replicar o ves que las personas de tu red cercana y profunda también lo hacen y eso sirve un montón para que la red funcione a unos niveles bien profundos y bien claros. 

Como que hemos aprendido… yo siento que con la red que tengo, hemos aprendido a hablar, a sentarnos a discutir las cosas. A veces nos incomodamos, sí; pero no hay un acabose, no hay exceso de drama, no. Ahí se nota el cuidado: en la red. Y siempre preguntamos por el estado de la otra. Cómo estamos. Decir que nos extrañamos, que nos queremos, que vámonos a viajar. O “¿qué necesitas?”, “¿estás triste?”, “¿quieres estar sola?”. “Vale, te dejo sola”. “¿Tienes hambre?”, “¿quieres que te pida algo desde casa?”. “¿Querés tomar?”. “Listo, tomate un traguito, pero no te descuides”.

[Fragmento musical, canción “Ranchera mariguanera”]: Bonita la suerte de venirnos a cruzar. Bendita la palabra que se ha alza’o por el pan.

[Isabel]: Hay un montón de cosas que ya han resultado de esa sensatez, esa claridad y esa vaina que a veces no tiene tanto tacto, pero es súper bacana. A pesar de que a veces sea un cuidado irreverente, de “cuídese, pero vaya rompalo todo”. A veces siento que es un calorcito como de nidito de pájaro y luego se vuelve un incendio. Siento que se siente así. 

Tampoco es un cuidado idílico en el sentido de que es perfecto y absolutamente controlado y hecho a la mejor medida y de la mejor manera. No. Creo que es un cuidado que se equivoca también, que también la caga, que también entiende que el cuidar sale… incluso de los momentos en los que sabes que no has cuidado tanto y que la has cagado. Ese cuidado mismo es como “no, ya la cagué, entonces quiero hacer otra cosa”. Es eso, como esa cosa no tan controlada ni tan políticamente correcta. 

[Fragmento musical, canción “Ranchera mariguanera”]: Venga, juntemos las narices y comamos perdices porque vamos a gozar.

[Juan David]: Tenemos derecho a recibir el cuidado. También el deber de ejercerlo, sin sobrecargarnos, reconociendo nuestros privilegios, poniendo límites, estableciendo condiciones y sin romantizarlo.

[Isabel]: Y siento que es eso: es un cuidado que va oscilando en medio de la humanidad que somos, que es una humanidad errática, pero sí, sigue siendo cuidado.

[Fragmento musical, canción “Ranchera mariguanera”]: Y fumemos ricas flores con canela y mandarina. Con canela y mandarina para la pizca endulzar.

[Stefanny Quintero Arévalo]: La producción de la vida se realiza por medio del cuidado, que ocurre de manera exhaustiva e invisible, todos los días, desde la niñez. Y es gracias a ello que la vida es posible. Mantener la calidad de la vida habla de una capacidad social de construir posibilidades cotidianas y transformar realidades. Prácticas no renumeradas o mal remuneradas como el trabajo sexual y el trabajo doméstico, mantienen la economía funcionando, porque cualquier actividad necesaria para sostener la vida, forma parte de la economía.

La economía atiende a los modelos y mandatos hegemónicos, respondiendo en consecuencia a la lógica patriarcal, racista y colonialista. A la economía capitalista le interesa entonces mantener prácticas dedicadas a perpetuar su modo de operar, subordinadas a una relación de producción y a un modo de vida al servicio del capital, y arraigadas en los privilegios preservados por sus relaciones desiguales. 

Esto impacta al arte, la cultura y la música que monetizan el dolor cuando carece de conciencia social. O cuando asume que la persona es cuanto produce, culpabilizándola si vive en pobreza, argumentando que se debe a un esfuerzo insuficiente. Es la idea de que, trabajando duro sería posible incrementar el crecimiento económico de un país, lo que traería mejores condiciones de vida para todos y todas.

Por lo tanto, es urgente una economía crítica, basada en prácticas justas y equitativas, donde el cuidado se transversalice y se incentive en las industrias creativas para que inclusive artistas re-descubran su rol de cuidado. Así reducimos brechas adoptando una economía del compartir, transformamos la lógica de producción de conocimiento elitista por la economía del intercambio de la educación popular, subvertimos y sustituimos la lógica del mercado por una economía centrada en la reciprocidad, los derechos y principalmente, la vida.

Aquí termina este episodio de Un Canto al Paso. Soy Stefanny Quintero Arévalo. Las reflexiones finales que les compartí son adaptadas de “Redes de Cuidado: Revoluciones Invisibles para una Vida Vivible”, una publicación de la Colectiva Etinerâncias de Brasil.

Un canto al paso es producido por A Todo Pulmón y dirigido por Juan David Rangel Gil. La asesoría de género es de Susan Lorena Sarmiento Alayón. Juan David y Fátima Martínez Gutiérrez realizaron la entrevista; Gilmer Leandro Barrios Sanchez, la investigación, la producción sonora, el guión y el montaje. La ilustración es de Féminas Ilustradas. La musicalización, mezcla y masterización, de Brayan Andrés Ramírez Palomino. Laura Isabel Ramirez Ocampo​, Santiago Navas, El Propio Junte, Brayan y yo compusimos e interpretamos las canciones originales que ambientan este episodio. Agradecimientos especiales a Marcela Lizcano y Nikolaz Rodríguez Beltrán por sus valiosos aportes. 

Este proyecto participó en el #NewMediaLab de #NarrarElFuturo: Festival de Cine & Nuevos Medios.

[Fragmento musical, canción “Un Canto al Paso”]: Llevamos un canto al paso. Esa es nuestra bandera. 

[Stefanny]: ¡Gracias por escucharnos!

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